sábado, 25 de diciembre de 2010

Allende, desde Francia

"Salvador Allende, investigación íntima" es el nombre del libro recientemente publicado por el periodista francés Thomas Huchon, hijo de un destacado político socialista galo. En él, Huchon expone los resultados de una larga indagación sobre la vida y la obra del ex presidente Allende. Lo hace siempre en un tono coloquial, pues la investigación se funda en un gran número de entrevistas a quienes fueron sus cercanos. El libro, a través de anécdotas y reflexiones, va intentando develar así quién fue ese misterioso personaje llamado Salvador Allende.

En general, el hecho de ser extranjero representa una ventaja al momento de escribir un libro de este tipo, pues un buen análisis exige un mínimo de distancia. No obstante, dicho axioma no vale para este caso. No vale porque Huchon, pese a su buena voluntad y su buena fe, escribe el libro desde la admiración unívoca, casi diría que desde la veneración. Eso le permite conectar bien con sus entrevistados, pero le impide luego conocer al verdadero Allende. Dicho de otro modo, el autor es radicalmente incapaz de poner una mirada crítica en el objeto estudiado. Es cierto que menciona las contradicciones internas de Allende, pero éstas no afectan nunca su análisis. Allende condensó en su propia persona muchas de las tensiones de la sociedad chilena, y si su tragedia, nuestra tragedia, no se explica por ahí, entonces no puede explicarse por ninguna parte.

Es imposible entender a Allende sin tomarse en serio las evidentes contradicciones vitales que lo acompañaron durante su mandato. Naturalmente, un esfuerzo de ese tipo no puede sino mostrar a un Allende con claroscuros. Un trabajo de ese tipo tendría que hacerse cargo no sólo de los factores extrínsecos que afectaron el gobierno de la Unidad Popular -que los hubo-, sino también de los errores cometidos por el propio presidente. Huchon logra la extraña proeza de tener todo el material a la vista, frente a sus ojos, y sin embargo hacer como si nada. El libro sugiere constantemente las preguntas que el autor se resiste a formular explícitamente, pues eso lo obligaría a cuestionar su propio punto de partida.

El mismo autor nos da la clave para entender su problema: en Francia el nombre de Allende es el nombre de un mito y el de una leyenda. La vía chilena al socialismo y el suicidio final ocupan un lugar extraordinariamente privilegiado en la memoria colectiva francesa. Esto se explica en parte por la innegable fuerza épica de la tragedia chilena, y en parte también porque los franceses adoran los experimentos revolucionarios, siempre y cuando éstos se produzcan a no menos de cinco mil kilómetros de su territorio. El reciente juicio efectuado en París contra la represión del régimen militar puede ser considerado discutible por muchos motivos. Es dudoso desde el punto de vista jurídico, y tampoco parece muy pertinente considerando que el historial de Francia en materia de derechos humanos está lejos de ser intachable (baste nombrar la guerra de Argelia). Pero, con todo, el juicio (y la condena final) sigue siendo un muy buen síntoma: los franceses se sienten actores más que espectadores de nuestra historia, y eso explica que Huchon no logre tomar la distancia necesaria. Logra así conservar el mito, pero al mismo tiempo se priva el acceso a una comprensión más acabada de la realidad; una realidad menos mitológica, pero no por eso menos trágica.

Publicado en Revista Qué Pasa el viernes 24 de diciembre de 2010

No hay comentarios: