martes, 17 de mayo de 2011

Atención a su derecha

Uno de los grandes méritos de la campaña presidencial que llevó a Nicolas Sarkozy a la presidencia de Francia en 2007 fue la marginalización de Jean Marie Le Pen y su partido, el Frente Nacional. Recordemos que Le Pen había alcanzado un 17% en 2002, lo que le había bastado para pasar a segunda vuelta y, de paso, sumir al socialismo francés en un marasmo del que todavía no sale del todo. En 2007, el actual mandatario inclinó el discurso hacia su derecha buscando los votos de Le Pen, y su estrategia fue un éxito, al menos desde el punto de vista electoral. Se dijo entonces que Sarkozy había terminado con Le Pen, un poco como Mitterrand había terminado con los comunistas en los años ochenta.

Sin embargo, es sabido que en política los certificados de defunción no deben establecerse prematuramente o, mejor, no deberían establecerse nunca. Porque la extrema derecha ha regresado con otro rostro pero con el mismo apellido. La hija del viejo Jean Marie se llama Marine, preside hoy el partido fundado por su padre, y algunas encuestas la dan como segura en la segunda vuelta de las elecciones del próximo año, empinándose por sobre el 20%. Y aunque es obvio que los sondeos deben tomarse con mucho cuidado (falta mucho para la elección, la izquierda aún no define a su candidato, y es muy posible que termine primando el voto útil para no repetir el escenario de 2002), hay una realidad difícil de negar: Marine Le Pen hará transpirar a sus contrincantes el próximo año. Su estrategia busca hacer del Frente Nacional un partido más aceptable del que ha sido en los últimos veinte años. Por eso, Marine no ha dudado en alejarse del negacionismo y del racismo más duro que caracterizaban a su padre, y evita los exabruptos. Con todo, esto no la transforma en una moderada ni mucho menos: Marine Le Pen ha desarrollado una crítica extremadamente virulenta contra todo lo que huela a islamismo, y lo ha hecho invocando el laicismo a la francesa (lo que muestra bien que todo, todo, concepto puede ser instrumentalizado por los extremos políticos). Mantiene también un discurso muy duro contra la inmigración, culpable según ella de casi todos los males que padece la sociedad francesa.

Nada se salva en su discurso: ni la Unión Europea ni la globalización, ni el Euro ni la clase política mundial, ni los extranjeros ni nada. Como buena populista, Marine Le Pen lo critica todo sin proponer nada muy sustantivo, a sabiendas de que no tiene ninguna posibilidad de alcanzar el poder. Supongo que debe ser muy difícil debatir con ella, no sólo porque posee una energía que puede ser devastadora, sino porque siempre tiene en la boca una respuesta simple y simplista para problemas que no son precisamente sencillos.

Si en política la ley de las defunciones no funciona mucho, hay otra que es un poco más cierta: la del boomerang. Al inclinar su discurso hacia la derecha Sarkozy ganó muchos votos en 2007, pero terminó legitimando un discurso extremo. Hoy, cuando ha perdido toda credibilidad luego de un gobierno muy por debajo de las expectativas que él mismo alimentó, parte importante de su electorado se vuelca hacia la extrema derecha. Sarkozy parece vacilar entre recentrar su discurso o seguir persiguiendo a la extrema derecha en un delirio sin fin. Al mismo tiempo, sabe que en las actuales condiciones tiene escasas posibilidades de ser reelecto si enfrenta a un socialista en la segunda vuelta. Por eso su estrategia, tan audaz como frívola, no busca anular a Marine, sino enfrentarla en un eventual balotaje con el apoyo de la izquierda (como Chirac en 2002). La apuesta es alta y el riesgo elevadísimo: quedar él mismo eliminado en primera vuelta. Pero qué diablos, el hombre es adicto a la adrenalina.

Publicado en El Post el viernes 13 de mayo de 2011

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