jueves, 24 de diciembre de 2009

Candidato a la deriva

La inaudita tozudez de Juan Carlos Latorre y Camilo Escalona es el síntoma inequívoco de que, en el fondo, la elección de enero ya está jugada. Pese a que cualquier posibilidad real de Frei pasaba por que ambos renunciaran a la cabeza de sus respectivos partidos, éstos optaron por negarse rotundamente. La actitud es cuestionable, pero tiene el mérito de dar un mensaje claro: Frei ya está perdido, y la preocupación actual tiene más que ver con las cuotas de poder de la nueva oposición que con la segunda vuelta. Quizás la mejor postal sea el repentino arranque de sordera de Latorre, quien no escucha las pifias porque ya no escucha nada: Frei es la última de sus preocupaciones. Sin embargo, también hay que ser compasivos: el hombre llevaba tantos años esperando ser presidente de la DC que es normal que se aferre al cargo como un náufrago. Poco le importa que el buque se esté hundiendo.

Abandonado a su destino, el candidato da palos de ciego siguiendo un libreto que plantea un serio problema para los analistas: encontrar la lógica detrás de sus pasos. Si Frei Montalva afirmaba que no cambiaba ni una coma de su programa por un millón de votos, Frei Ruiz Tagle parece dispuesto a vender la casa, los muebles y la ropa por un puñado de electores. Llegó a un acuerdo con el PC que contiene concesiones de importancia, y aceptó luego propuestas de Marco Enríquez que antes había rechazado con vehemencia: ya nadie sabe bien cuáles son los ejes de su programa ni cuáles son las convicciones del candidato, si es que acaso las hay.

Intentó renovar, una vez más, su comando con algunas caras nuevas. Al hacerlo, eludió el problema principal, el del mensaje. Frei no ha logrado dar con un equilibrio consistente entre continuidad y cambio, entre progresismo y centrismo. Posiblemente se trataba de una ecuación imposible. Frei ha querido decir tantas cosas a lo largo de su campaña que ha terminado por no decir nada. Ya no sabemos si quiere ser el continuador de Michelle Bachelet, un puente con las nuevas generaciones (¿por qué se necesita un puente?), un progresista que no sabe muy bien qué diablos es el progresismo (¿alguien podría definirlo?) o un estatista de última hora, entre varias otras cosas. Además, Frei podrá tener muchas virtudes, pero no es un buen candidato, y eso pesa mucho cuando el viento viene en contra.

No quiere decir esto que Piñera haya mostrado mucho más. Su consigna vacía del cambio no es mucho más profunda que las de Frei, y sus propuestas se pasean entre la interminable lista de supermercado y un voluntarismo rayano en populismo. Ni Piñera ni Frei han sido candidatos audaces, pero el primero ha tenido buenas razones para no serlo: siempre ha estado en el primer lugar y, en consecuencia, el desafío ha estado siempre del lado del candidato oficialista. Éste último no ha encontrado una manera correcta de enfrentarlo y, por lo mismo, los repetidos relanzamientos de su campaña se parecen cada día más a los relanzamientos de la fallida campaña de Lavín el 2005, que sólo sirvieron para terminar de hundirlo.

Además, Frei es prisionero de sus compromisos y eso le impide ser creíble en su discurso. ¿Cuánto no ganaría, por ejemplo, el discurso de Frei si tuviera la valentía de oponerse en voz alta al proyecto de Horst Paulmann que se acaba de reiniciar? ¿Cómo es posible que un proyecto de esa envergadura se esté llevando a cabo sin un plan de mitigación vial previamente acordado, y el candidato “progresista” no tenga nada de que decir? ¿El estatismo al que Frei adscribe implica entonces que la sociedad debe financiar las externalidades negativas del Costanera Center, como si se tratara de una obra de caridad pública? ¿Y el candidato opositor tampoco tiene nada que decir, pudiendo criticar con buenas razones al gobierno? ¿Debemos deducir entonces que ambos candidatos se sienten cómodos con esa manera de hacer las cosas?

Para ellos, lo mejor es guardar silencio, pues parecen haber demasiados intereses en juego. En esta situación queda la inevitable sensación de que el estatismo progresista de Frei es de cartón, y el supuesto cambio piñerista es un poco cosmético.

A falta de buenas razones, buena parte de los electores parecen enfrentados a un triste dilema: votar por uno para evitar que salga el otro. Y es innegable que, en ese contexto, Piñera tiene todas las de ganar, pues a Frei no le dan ni los números ni las ganas, y ya no le queda ni épica a la que recurrir. Pero, más que un triunfo de Piñera, en enero veremos la derrota de Frei. Será, quizás, el triste final de su carrera política. Aunque, en honor a la verdad, habría que agregar también que él buscó estar allí, con una perseverancia digna de elogio. No podrá quejarse.

Publicado en El Mostrador el jueves 24 de diciembre de 2009

2 comentarios:

Marcelo dijo...

Estimado, al margen de los cuestionamientos obvios sobre los juicios politicos que con la autoadmiracion propia de un adolescente, agitas, me gustaria especificarte algunos alcances en materia urbanistica, ya que emplazas al candidato Eduardo Frei a un pronunciamiento sobre el proyecto de HP.
Todo permiso de obra NUEVA, otorgado a cualquier proyecto sobre los 150 estacionamientos debe efectuar un estudio de impacto vial, definido como "EISTU". Estos estudios pueden exigir medidas de mitigacion. Estas medidas se analizan en una mesa tecnica que trsciende a los municipios.
Al señalar que tal estudio no existe, estas insinuando que el director de Obras de Providencia , junto a la SEREMI-MINVU Metropolitano (Funcionarios en veredas administrativas distintas) han soslayado aspectos fundamentales en sus funciones, definidas por ley, casi al borde del abandono de deberes.

Lo que en realidad esta en juego, es la Ley GEneral de Urbanismo y Construcciones que permite que el sector inmobiliario se trasnforme en el gestor del desarrollo urbano.
Evidentemente que dicho sector productivo es un motor fundamental en la creacion de la ciudad, pero el volante debe llevarlo las instituciones que representan a la ciudad.

Por lo anterior es altamente injusto en ejemplo que usas, ya que
en este escenario Eduardo Frei deberia entrar a cuestionar la Ley General de Urbanismo y Construcciones, que ya se esta debatiendo por primera vez en el congreso (La anterior fue impuesta por el regimen militar, sin posibilidad de discutir).

Sin embargo, dicha ley se apoya fuertemente en el rol asignado a la propiedad privada por la constitucion de 1980, por lo que al cuestionar dicha contitucion Eduardo Frei, de manera directa, abre la puerta para que se cuestionen otros cuerpos legales, como es el caso de la L.G.U.C

El sector asociado al desarrollo inmobiliario y constructivo representa algo asi como el 12% del PIB, y es relevante en la activacion de la economia interna (Chile tiene el mercado inmobiliario mas sofisticado de Latino America) por lo que el cuestionamiento de la ley, tiene aspectos que deben ser debatidos con sumo cuidado.
Debido a la ligereza de tu juicio en el tema tratado, no he querido postear en el mostrador.

Atentamente

M.R.F.
Arquitecto
Valparaiso.

Marcelo dijo...

Por lo demas, debo agregar que leo con frecuencia tus opiniones, y encuentro que tienen cierta originalidad y solidez , que ya no se encuentra en la derecha y que invitan a un debate de mayor profundidad.

Atentamente

MRF
Arquitecto
Valparaiso